sábado, 26 de marzo de 2011

PESADILLAS Y TERRORES NOCTURNOS

Casi cada curso en las aulas nos encontramos con alguna familia con este problema. He pensado que sería interesante publicar algo sobre este tema. Lo primero es saber la diferencia entre pesadillas y terrores nocturnos.

Pesadillas son sueños largos que provocan un estado de ansiedad o terror que hace que el niño se despierte en un estado de alerta. En este momento el niño es fácil de consolar, ya que responde a las palabras tranquilizadoras de los padres. El niño es capaz de recordar el contenido del sueño. Siempre aparecen en la segunda mitad de la noche, y son frecuentes cuando los niños cumples los 8 años. Las pesadillas esporádicas son normales en estas edades, por lo que no debemos alarmarnos.
Por el contrario, los Terrores Nocturnos son gritos de angustia y temblores. Se dan en la primera mitad de la noche. El niño comienza a llorar de manera angustiosa, y es muy difícil despertarle y calmarle. No suele acordarse de lo que ha pasado, y suelen aparecer a los 2 ó 3 años, predominando entre los 4 y los 7 años.
¿Por qué aparecen? Las pesadillas pueden estar relacionadas con algo que haya creado inquietud al niño, una película, una historia de miedo...Son frecuentes en niños con stress psicológico o sometidos a stress social. Los terrores nocturnos se dan más en niños que en niñas. A veces, cuando llegan demasiado cansados a la noche, se producen sueños más profundos, momento en que aparecen estos terrores. En muy pocos casos está relacionado con problemas psicológicos del niño.
¿Cómo tratamos las pesadillas? Lo más importante es tranquilizar al niño, y darle seguridad en el momento en que se despierte. Tenemos que evitar sacarle de su cama y llevarle a la de los padres, para no fomentar malos hábitos a la hora de dormir. Es mejor no encender la luz, ni hablar sobre el contenido de las pesadillas; es mejor esperar a la mañana siguiente.
¿y los terrores nocturnos? Los padres deben centrarse en tranquilizar al niño, aunque normalmente será algo inutil, pues no se dejan. Dejarle dormir una vez terminado el episodio. Es aconsejable que mantenga unas buenas rutinas de sueño. Suelen desaparecer con el paso del tiempo, sin necesidad de ningún tratamiento.
Hay que tener en cuenta que los niños pequeños no distinguen bien entre realidad y sueño. Con el tiempo van reconociendo la diferencia y se tranquilizan al ver que sólo es un sueño.



Isabel


    


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