sábado, 28 de enero de 2012

DOCUMENTACIÓN COMO NARRACIÓN Y ARGUMENTACIÓN (1ª PARTE)

Esta entrada está dirigida a educadores y maestros. Es un artículo de la revista 'Aula de Infantil', nº32, del año 2.007. El autor es Alfredo Hoyuelos, responsable de los Talleres en las Escuelas Infantiles municipales de Pamplona y gran conocedor de los planteamientos educativos de las escuelas de Reggio Emilia (Italia) y de Loris Malaguzzi.


Documentación como narración y argumentación


Es más fácil que un caracol deje huella de su propio camino, de su trabajo, que una escuela o una maestra deje una huella de su camino, de su trabajo.
La documentación es una cuestión de recíproca confianza, de estima recíproca. En algunos países occidentales se la considera una interferencia inoportuna o lesiva de los derechos de alguien. Nosotros lo hacemos porque nos da un conocimiento más cercano y reflexivo de nuestro trabajo. (Loris Malaguzzi).


Según el diccionario hablamos de 'indocumentado' como de alguien que carece de identificación personal, del que no tiene méritos o cualidades para el desempeño de un cargo, de alguien ignorante o inculto, o de aquella persona sin arraigo ni respetabilidad.


Necesitamos, particularmente en educación infantil, construir una escuela con cultura e identidades propias y reconocibles. En este camino, la documentación se convierte en herramienta imprescindible para tan ardua tarea.


Toda documentación nace, y navega, con un plan detallado de observación y escucha. Practicar la escucha es decisivo para que el niño o la niña construyan un sentido a lo que hacen y encuentren el placer y el valor de querer comunicarse. Escuchar es, en realidad, un arte para entender la cultura infantil: su forma de pensar, hacer, preguntar, teorizar o desear. Escuchar significa estar atento, con todos los sentidos, a reconocer todos los lenguajes de la infancia en su relación con el mundo.

Sin escucha perdemos las herramientas imprescindibles de nuestro trabajo: el asombro, la maravilla, la reflexión y la alegría de estar con los niños y niñas.

La pedagogía de la escucha y de la observación planificada de qué queremos aprender de nuestra experiencia educativa provoca el asombro de quien escucha. Asombro como la capacidad de esperar lo inesperado y lo imprevisto. Se trata de contemplar algo con confianza y aprecio. Escuchar es una actitud que nos debe remover desde dentro para vaciarnos de prejuicios. Es romper para construir. 

La documentación consiste en la recogida y exposición sistemática y estética (a través de escritos, imágenes, paneles, videos, palabras de los niños y niñas, productos gráficos) de los procesos educativos. No se trata sólo de plasmar lo acontecido, sino de construir -en diversos formatos- un producto público que dé cuenta narrada de lo vivido. Al mismo tiempo, sabemos que no todo lo podemos observar y documentar. Es necesario saber elegir, seleccionar para ajustar la mirada, enfocar y encuadrar en determinados aspectos para generar una documentación que sea eficazmente comunicante.

Comenta Malaguzzi que el niño o la niña esperan ser vistos. Que sin teatro o sin platea, las criaturas se vuelven invisibles e inexistentes. También muchas maestras esperan que su trabajo sea visto y reconocido. La documentación se convierte en memoria viva y visible del proceso compartido con los alumnos y alumnas, y no se centra tanto en los productos finales.

Todavía hoy encuentro en algunas escuelas (y en algunas familias) de educación infantil una obsesión para que los niños y niñas produzcan algo: dibujos, fichas, escritos, cuadernos... Y en cierto modo, existe la idea tácita de que el alumnado que más produce más aprende o es más inteligente, y la maestra o el maestro que más produce más y mejor enseña. 

Pero hay procesos que no dejan huella de esa manera. Muchas veces he visto cómo diversos niños y niñas dibujan trazos en el aire, tocan el papel para sentir su sensorialidad, su textura, recorren el perímetro de la hoja con su dedo índice, reconocen las esquinas y los ángulos, o acompañan con la mirada silenciosa a través de sus ojos expresivos las palabras que otros pronuncian. No dejan 'productos'. Son criaturas con las que me siento violento al pedirles que tracen huellas con una pintura o que hablen obligatoriamente. Siento que les robo el derecho a su identidad. La única forma que encuentro de dejar constancia de esos extraordinarios procesos visibles a través de las imágenes que los pueda narrar.

lunes, 23 de enero de 2012

La salida de los dientes ¿Por qué empieza a morder?

CALENDARIO HABITUAL


Incisivos centrales inferiores _____________________ 6-9 meses
Incisivos centrales superiores ____________________ 8- 12 meses
Incisivos laterales inferiores _____________________ 8- 12 meses
Incisivos laterales superiores ____________________ 9- 12 meses
Caninos inferiores ____________________________ 17- 22 meses
Caninos superiores ___________________________ 17- 22 meses
Premolares inferiores __________________________ 11- 14 meses
Premolares superiores _________________________ 11- 14 meses
Molares inferiores ____________________________ 24- 30 meses
Molares superiores ___________________________ 24- 30 meses

Es importante que tengamos en cuenta que la salida del primer diente debe producirse antes de los 18 meses.

MOLESTIAS MÁS FRECUENTES


Algunos niños acusan mucho la salida de los dientes, otros parece que no se enteran. Por norma general, los indicadores son:

  • Aumento del babeo debido a la mayor producción de saliva.
  • Enrojecimiento de las mejillas y el contorno de la boca debido a la irritación por las babas.
  • Tendencia a morder todo lo que encuentra.
  • Dolor en las encías, incluso en las mejillas o en las orejas, especialmente con la salida del primer diente, con los premolares y con los molares.
  • Rechazo de la comida, pues aumenta su dolor.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA ALIVIAR EL DOLOR PRODUCIDO POR LA SALIDA DE LOS DIENTES?

  • Masajear y aplicar frío en las encías.
  • Ofrecer alimentos que no estén muy calientes, más bien templaditos.
  • Ofrecerle un mordedor.
DESCUBRIR LA BOCA, ¿CÓMO PODEMOS QUITARLE LA COSTUMBRE DE MORDER?

Desde que el niño empieza a echar los dientes hasta que es capaz de darse cuenta de su utilidad, el hecho de morder sirve para que pueda investigar objetos duros y blandos, sensaciones y reacciones de defensa. Para el niño, los dientes siempre están a su disposición y son fáciles de utilizar; le sirven para establecer relaciones. Muchas veces cuando acerca la boca a otro, pueden darse dos reacciones antagónicas: amor- odio, beso- mordisco, pues para estas edades tan tempranas estamos hablando del mismo impulso de aproximación. 

YA SÉ QUE NO HAY QUE MORDER

Pasados los dos años y medio los niños ya son conscientes de que hacen daño cuando muerden. Los motivos para dar un mordisco suelen ser de lo más diverso, desde un disgusto o una llamada de atención hasta una venganza (un niño le ha quitado algo a otro que es de su propiedad y este último responde mordiendo al que se lo ha quitado). A veces el pequeño muerde por imitación del comportamiento de uno de sus hermanos más pequeños. 

¿CÓMO PUEDE ENTENDER QUE MORDER HACE DAÑO?

En primer lugar, razonaremos cómo 'los problemas' se solucionan sin tener que recurrir al mordisco. Pero si la actitud persiste, les diremos que pasen una mano por el borde de los dientes, pues así notarán que son duros y que pinchan un poquito si presionamos con los dedos, por tanto pueden hacer daño. Cada vez que el niño vaya a morder podemos 'frenarle' y recordarle 'hace daño, pasa tu dedo y compruébalo'. Si el niño tiene el hábito de morder muy frecuentemente, sería necesario que desplazase su agresividad a las manos, por ejemplo, rompiendo papeles duros que no sirvan o modelando plastilina presionando con bastante fuerza. En caso de agresividad acusada y frecuente y utilización de los dientes sin discriminar sus funciones (el niño no distingue entre masticar alimentos y morder a otros) se debe consultar a un especialista.

Por Ana Roa García
Psicopedagoga y Profesora Especialista
de Educación In fantil. 
De la revista 'Maestra Infantil'


Isabel


domingo, 22 de enero de 2012

El miedo a la oscuridad (Nictofobia)



Muchos padres se sorprenden cuando su hijo empieza a reclamar la luz del pasillo encendida o desea que la lamparita de su habitación, cercana a la cuna con luz tenue, también permanezca encendida. Antes, en los primeros meses de vida, el bebé dormía a oscuras; pero ahora, alrededor del año y medio, el niño identifica el momento del sueño con la separación de sus papás, especialmente en periodos largos, como es el de la noche.

¿Qué significa para el niño el miedo a la oscuridad?
El miedo a la oscuridad se puede traducir como el miedo a quedarse sola, a quedarse aislado muchas horas. Este tipo de miedo es pasajero e irá desapareciendo a medida que el pequeño aprenda a ubicarse en su habitación. Es importante enseñarle puntos de referencia que permanezcan iluminados, como por ejemplo, la luz del pasillo un poco abierta. A medida que vaya creciendo, aprenderá a reconocer los ruidos y los silencios de la casa y sus temores irán desapareciendo.

¿Cómo actuamos? Recomendaciones
Sería conveniente preguntarnos:
  • ¿Tiene nuestro hijo miedo a la oscuridad?
  • ¿Qué puede ser lo que provoca el miedo a la oscuridad del niño?
  • ¿Qué hacemos hoy por hoy para eliminar el miedo a la oscuridad del niño?
  • ¿Qué tipo de iluminación necesita el niño para poder dormir?
  • ¿Qué intensidad tiene es iluminación?
Siguiendo las indicaciones de Antonio Vallés Arándiga en su libro El niño con miedos. Cómo ayudarle de Editorial Marfil, encontramos diferentes modalidades de nictofobia (miedo a la oscuridad).

En muchos casos, el niño asocia el cese de su llanto con la luz que enciende su madre cuando llega a la habitación y su situación de miedo con la oscuridad en que se encuentra. Convendría preguntarse si lo que ocurre habitualmente es que nosotros encendemos la luz en el momento de consolar al niño cuando llora, si el resto  de la familia también actúa así o si es el propio niño quien la enciende. Las soluciones que el autor mencionado propone para este caso son, entre otras, no encender la luz al entrar a la habitación del niño y sentarse junto a él calmándolo a oscuras; una vez que esté tranquilo encenderemos la luz. 

En otras ocasiones el niño necesita para dormir que la persiana de la ventana esté ligeramente levantada para tener algo de claridad. Convendría preguntarse si lo que ocurre habitualmente es que nosotros dejamos bastante subida la persiana para que entre mucha luz a la habitación; la solución que propone el autor es bajar gradualmente la persiana cada noche para acostumbrar al niño a tolerar dormir con menos luz hasta llegar a la oscuridad.

A veces el niño necesita la luz del pasillo que entra en su habitación para poder dormir. Puede ocurrir que dejemos la puerta demasiado abierta para que la habitación tenga mucha claridad; la solución pasaría por ir cerrando gradualmente la puerta cada noche, un poco cada vez, hasta que el niño sea capaz de tolerar la oscuridad.

Otras veces el niño necesita dormir utilizando una pequeña lamparita en su mesita de noche con luz graduable; la solución pasa por actuar de modo similar a los casos anteriores, reduciendo paulatinamente la intensidad de la luz.

Para concretar, muchos niños experimentan ansiedad cuando llega la hora de dormir. Conductas como pedir agua, llamar a los papás para hacer comentarios de contenido evidente, tener la luz encendida, tener la persiana levantada... suelen ser reiterativas e incluso exageradas.

En ningún caso se debe regañar, ni castigar el comportamiento de miedo del niño; tampoco debemos obligarle a estar en sitios a oscuras para que 'aprenda', sino todo lo contrario. Se debe premiar cualquier aproximación o indicativo de mejora mediante registros de superación; por ejemplo si se reduce el número de veces que pide agua o que hace preguntas absurdas o comentarios para no sentirse aislado.

Los juegos y los dibujos no pueden ayudar a que el niño plasme su sensación de temor de forma positiva ya que si él se siente protagonista o héroe que vence a la oscuridad, después, cuando llegue el momento del sueño, podremos recordárselo; si se dibuja librando una batalla contra la oscuridad en la que resulta ganador podremos colgar el dibujo en su habitación para que lo recuerde en el momento de dormir. En definitiva son pequeñas recetas útiles en el día a día.

Escrito por Ana Roa Garcia,
psicopedagoga y profesora especialista en EI.
Artículo de la revista 'Maestra Infantil'


Isabel