miércoles, 3 de agosto de 2011

POR QUÉ PONER LÍMITES, REFLEXIÓN DESDE LO VIVIDO Y LEIDO

Los niños quieren todo por que se lo merecen; a su alrededor tienen colores, formas, texturas, emociones… hasta el aire y el fuego lo quieren tener. Son insaciables, aún no saben que conseguir todo eso a veces cuesta trabajo. Parece que sólo les entretienen cosas artificiales de bonitos colores y sabores, que muchas veces sustituyen los deseos más naturales (el cariño, la atención…). Los adultos cedemos territorio y trono a los más pequeños, sucumbiendo a un reinado de tiranía por parte de los niños.

Debemos darnos cuenta de que detrás de cada demanda de un niño se esconde la necesidad de dependencia del adulto. Por eso debemos saber gobernar sus vidas, teniendo seguridad y confianza en nosotros mismos, buscando los límites y normas que le permitan seguir descubriendo el mundo que le rodea, que cree en ellos una actitud de escucha activa y la capacidad de construir su propio criterio. Si les enseñamos el valor del NO, del esfuerzo y de la responsabilidad conseguiremos que sean menos dependientes y más autónomos.

Un niño sin límites no sabe hacia dónde debe ir, pero esos límites deben ponerse desde el amor y el respeto, por que sólo así los niños nos respetarán…

Isabel


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