lunes, 4 de marzo de 2013

LA CONFIANZA DE LOS ADULTOS EN LAS CAPACIDADES INFANTILES


Escrito por Encarna Domínguez y Margarita Alerm. Centre d’Educació Infantil i Familiar. EI Mosaic. Granollers (Barcelona)
Aula de Infantil nº45 Septiembre- Octubre 2008


En el espacio de juego tenemos un tobogán un poco alto para favorecer la motricidad de los niños y las niñas. Los primeros días de escuela vimos cómo la abuela de Roser sufría cuando la niña intentaba bajar por el tobogán.
Roser enseguida decía:
_¡Ayudame, ayúdame!
No se atrevía a hacerlo sola ante la mirada de su abuela.
Por su parte, la abuela corría a ayudarla y a continuación le decía:
_Roser, no te subas que te vas a caer.



Ésta es una de las muchas situaciones que nos podemos encontrar a lo largo del día, donde se pone a prueba nuestra capacidad como personas adultas de respetar la autonomía de los niños y las niñas sin estropear su imagen y dar mensajes que pueden entorpecer su desarrollo.

A menudo hablamos de los miedos infantiles y es cierto que pasan por periodos en los que tienen miedo a diferentes cosas: a la oscuridad, a las personas extrañas, a los ruidos desconocidos… pero hoy no queremos hablar de estos miedos sino de los miedos de las personas adultas que, a menudo sin darnos cuenta y con un sentido protector, traspasamos a los niños con nuestros gestos, nuestras palabras y nuestras acciones.

Para poder llevar a cabo este aprendizaje el niño o la niña necesitan probar y arriesgarse, pues es la única manera que tienen de comprobar sus habilidades. Este camino es el que les ayudará a tener una imagen ajustada a su identidad y esta conquista es la que les ayudará en diferentes situaciones de sus vidas.
Para llevar a cabo estas conquistas, el niño necesita un entorno que le anime, que le apoye, y que también le haga sentir seguro sin limitar sus intentos.

Para las familias a veces es difícil encontrar este equilibrio entre el dejar hacer y sobreproteger. Muchas veces anteponemos los posibles peligros o consecuencias, sin valorar que el niño o niña sabe desenvolverse y no hay que hacerle coger miedos innecesarios.

Los niños y las niñas tienen la capacidad para protegerse de los peligros 
aunque a veces corran riesgos que a nosotros nos parecen innecesarios.

Tenemos que poder diferenciar cuando un miedo es nuestro con el fin de no transmitirlo, sin que eso quiera decir que no podamos colocar al niño o niña en situación de alerta.

Con pequeños mensajes en positivo podemos lograr el mismo efecto, sin traspasar nuestros miedos, pero haciendo ver que hay que ir con cuidado.

En lugar de decir: ‘No te subas que te vas a caer’, podríamos cambiar la frase por: ‘agarrate fuerte que te podrías caer’.

Con este mensaje le damos la posibilidad de protegerse y al mismo tiempo le advertimos de un peligro que puede ser que pase o no. Se la misma manera ayudamos al niño o niña a que vaya adquiriendo un control sobre posibles caídas porque éste también es un aprendizaje  que le ayudará en muchas situaciones.

Tan importante es protegerse para no hacerse daño, como aprender a caer para evitar males mayores.
A menudo los niños y las niñas cuando están haciendo una acción nos miran para calibrar cuál es nuestra actitud. Una mirada de apoyo puede ser suficiente para que se sientan apoyados y al mismo tiempo seguros de que estamos con ellos, aunque sea en la distancia.

Hay que preservar la libertad infantil por encima de todo, porque su libertad les llevará a vencer obstáculos y a no someterse a miedos que les pueden privar de conseguir nuevos logros.
La libertad es una virtud que les ayuda a superarse, a tener un espíritu valiente, combativo.
A menudo la libertad da miedo, porque implica asumir responsabilidades, pero a la vez también ayuda a luchar contra el miedo.

Los adultos somos responsables de educar a nuestros niños y niñas en esta libertad.

Algunas propuestas que pueden ser válidas

  • Identificar si estamos ante un peligro real o de un miedo del adulto.
  • Prestar atención a las continuas acciones de los niños con una mirada confiada.
  • Si hay que alertar sobre un peligro, hacerlo siempre con mensajes positivos.
  • No anticiparnos con nuestras acciones y nuestros gestos, sino esperar la respuesta de los niños.
  • Controlar nuestras emociones en situaciones en las que el niño o niña está probando sus habilidades.
  • Respetar la autonomía de los niños y las niñas porque eso les hará ser más libres.

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