Es de hace unos años pero me ha parecido lo bastante interesante como para copiarlo aquí.
Recientemente se han prohibido en Francia los programas
televisivos dirigidos a niños menores de 3 años. Ya no se trata de alertar
sobre los efectos nocivos de la televisión, ni de pedir- como se viene haciendo
desde hace años- que se eviten contenidos inadecuados en los tiempos en que los
niños pueden estar despiertos. Tampoco se trata de una recomendación genérica
de que los pequeños no vean mucha televisión. El Consejo Superior de
Audiovisual, junto con el Ministerio de Sanidad del país vecino, ha tomado una
decisión radica en el ámbito de la salud pública: prohibir los programas
dirigidos a los más pequeños. Esta decisión, basada en estudios científicos
sobre el efecto perjudicial en el desarrollo temprano, ha sido una medida
valiente si tenemos en cuenta los intereses comerciales de las empresas
audiovisuales y de las cadenas televisivas.
Esta
posición contrasta con nuestra realidad, en la que los pequeños tienen acceso a
la televisión desde la cuna. ¿En cuantos hogares nada más entrar en casa se
enchufa la televisión? ¿Cuántos niños pequeños desayunan, comen y cenan
entretenidos con dibujos animados? ¿En cuantas casas el DVD se convierte en
canguro? Y no sólo en los hogares: aún quedan muchos centros infantiles que
recurren de forma cotidiana al entretenimiento de los programas infantiles en
horarios ‘no lectivos’.
Se ha
abierto, además, toda una corriente comercial de exitosos programas para bebés,
con base audiovisual, supuestamente educativos, que evidentemente atraen la
atención de los más pequeños. No sólo los compran las familias, con toda la
buena intención de desarrollar la inteligencia de sus criaturas, sino que cada
vez se están utilizando más en el contexto de las escuelas, en especial en el
primer ciclo de educación infantil.
Hay que
revisar la idea de que ‘si les gusta y entretiene’, es bueno. Niños con graves
alteraciones del desarrollo se quedan fascinados mirando los anuncios, los
concursos o determinados dibujos. ¿Quiere esto decir que son estímulos
adecuados? Muy al contrario, para ellos se trata de un bombardeo de estímulos
luminosos y sonoros que los aíslan del entorno ‘real’.
En este
tema, como en otros, se tiene que acabar el tiempo de las opiniones para dar
paso al tiempo de evidencias científicas. Y, hoy por hoy, los estudios sobre la
repercusión de la exposición excesivamente temprana a la televisión señalan
dificultades: ‘alteraciones del desarrollo como pasividad, retrasos del
lenguaje, inquietud, alteraciones del sueño, alteraciones de la atención y
dependencia de las pantallas’.
Isabel